lunes, 24 de febrero de 2014

Clase preferente


Clase baja, clase media, clase alta, proletariado, burguesía, aristocracia y demás "denominaciones de origen", pueden ser buenas o malas dependiendo de la perspectiva del observador (teoría de la relatividad).

Pero hay una clase social que está por encima del bien y del mal, ya que es la que decide cual es el bien, el mal, el regular y cual el espectador.

Los individuos e individuas de esta clase no viajan en transportes urbanos colectivos, no frecuentan comedores sociales, no pasean por los barrios marginales, no se quedan en las camas por los pasillos de urgencias cuando está saturado, no trabajan estando enfermos para evitar el despido, sus hijos no recorren dos quilómetros a pie, en invierno, por caminos rurales para acceder al autobús del colegio, etc. etc. etc. pero, eso si,  saben (teóricamente) cuales son las necesidades, vitales, anímicas y sicofísicas de las demás clases...

Supongo que con unas pocas neuronas que tenga el lector de este articulito servirán para saber que me estoy refiriendo a la clase política

Esta especie (por desgracia, no a extinguir) se autodenominan servidores de la sociedad, pero todos sabemos que mienten aunque digan la verdad (¿?)...lo demuestro con esta viñeta dibujada hace un tiempo:
  Estos "trabajadores sociales", serios, impolutos, antisépticos, protocolarios y lejanos en el "espaciotiempo", sufren, para su desgracia, una metamorfosis (protocolaria, por supuesto) que los hace risueños, desinhibidos, graciosos, amables y cercanos por un espacio muy corto de tiempo: quince días mas o menos, cada cuatro años y durante la época de celo...ah, no, perdón: durante la época de elecciones. Entonces resurgen, cual mariposas de la crisálida, volviéndose humildes y pedigüeños.
Como, también es de suponer, esta situación "mariposil" es tan efímera y falsa como las promesas esparcidas durante el proceso.

Ah. ¿la primer viñeta?: uno de ellos.

Des-nudo gordiano


Una religión, un ideal político o un equipo de fútbol no son mas que meras excusas para justificar una existencia carente de ideas propias, un autoengaño de espíritus pobres que se refugian en el colectivo para superar el ancestral miedo a la incertidumbre de la existencia.

Ser gregarios nos sirve como protección y aprendizaje, pero para ser "uno, grande y libre" debemos romper con la afinidad que, por el mero hecho de la inercia, nos subyuga al colectivo.

Rompamos nuestras ataduras con los convencionalismos para saborear la libertad, pensemos y elucubremos por nosotros mismos. El error de creer que estamos en la tribu correcta es la falacia que nos amarra a la comodidad del rebaño.

He dibujado una viñeta de aparente desesperación, pero el personaje, si se lo cree, se liberará fácilmente.

martes, 4 de febrero de 2014

Postular

                                                                                                                                                                                                  


Aristócratas y ricachonas en pequeños tenderetes callejeros, enfundadas en peludos abrigos, clavando banderitas en solapas de vergonzantes adinerados previo pago de un óbolo, a poder ser rácano, y luciendo una sonrisa tan artificial como el blanco de sus ortopédicos dientes:
Esta es la imagen de la indigna forma que tienen las "damas" de "la alta suciedad"  de lavar sus conciencias, después de haber sido sus poderosos maridos y, a veces ellas mismas, quienes causaron el empobrecimiento extremo de aquellos a los que ahora quieren, falsamente, aliviar o socorrer.

Que su dios las perdone.