lunes, 16 de mayo de 2011

Primera comunión

Igual que llegan las estaciones del año, inexorablemente llegan las “primeras comuniones”.

¿Los padres orgullosos de sus hijos, porque recibirán el “Cuerpo de Cristo” por primera vez?

¿Los hijos ilusionados porque se integran en la comunidad católica y descubrirán lo que es la Eucaristía?

¿Los sacerdotes felices porque las enseñanzas del Catecismo dieron sus frutos y la espiritualidad adquirida por los niños florecerá ese día como la primavera?

Hay que ser muy ilusos para creer que esto es así dada la equivocada trayectoria que estos acontecimientos vienen siguiendo, desde hace ya demasiados años.

Los padres se sienten orgullosos de sus hijos por lo bien vestidos que van, por lo guapos, elegantes , atractivos y “divinos de la muerte”, que serán la envidia del resto de los padres que asistan al evento. Lo de las obleas queda en segundo plano.

Los hijos superfelices porque los felicitarán sin parar, les harán cientos de fotos, los llevarán a comer a un restaurante “superchuli” y además, lo mas superimportante: les colmarán de regalos como si fuera el día de los Reyes Magos.

Los sacerdotes, que saben que para la mayoría de los niños habrá pocas comuniones mas, e incluso algunos ni volverán a comulgar, lo que les consuela es esperar  a ver si uno de entre cincuenta, al menos, se convierte en feligrés. Aunque lo que verdaderamente les hace felices, creo yo, debe de ser el engrosamiento de la comunidad católica a costa de la fe verdadera y en pro de la “masa borr…” aunque sea sin fe.

Lo único bueno de esta parafernalia “religiosa” es: que los modistos, las grandes superficies y sobre todo los restaurantes, pueden mantener temporalmente algunos puestos de trabajo aunque sea mal remunerados.

¡¡Que triste!!
¿La viñeta?: lo dice todo