jueves, 4 de diciembre de 2008

Llorar y reir



El llanto y la risa: estas dos efusiones de sentimientos que exteriorizamos pero que no sabemos de que parte de nuestro espíritu provienen, son, con diferencia, lo que mas nos separa de los animales irracionales.
Pero los humanos en un afán de controlarlo todo nos excedemos y navegamos en un mar de continuas actitudes fingidas, reprimiendo, no el sentimiento, si no la exteriorización del mismo.
Supongamos que en un funeral se le cae la dentadura postiza a una plañidera...tendremos que aguantar la risa. O que por cualquier calle un ejecutivo apurado y mirando las finanzas en el móvil "todoterreno" se rompa los dientes contra una farola...también reprimiremos la risa mientras lo ayudamos a recoger sus incisivos y los restos del Nokia "conectinpipol". Aguantamos las lágrimas para no hacer el ridículo cuando una escena nos conmueve y a los demás los deja indiferentes o para fingir dureza cuando la realidad de una situación es conmovedora.
El cinismo (nada que ver con lo que hoy conocemos por cinismo) fue un movimiento filosófico de la antigua Grecia que abogaba por la desinhibición, aunque fuera socialmente repudiable, y daban rienda suelta a sus sentimientos, lloraban o se reían sin complejos y sin importarles a quien ofendían. El representante mas notable de esta escuela filosófica se llamaba Diogenes.

¿Que hacemos?: nos reímos o lloramos donde y cuando sea para ser mas humanos, o reprimimos lo que nos hace humanos y nos volvemos mas animales.

La risa y el llanto son como el infrarrojo y el ultravioleta, que no se sabe donde acaba el uno y empieza el otro. Se puede acabar llorando de risa y viceversa.

A mi personalmente me encanta reírme pero reconozco que la efusión mas polivalente es el llanto porque abarca una gama de sentimientos mas amplia: se puede llorar de risa, se puede llorar de pena y lo mejor es que se puede llorar de felicidad.
Creo que lo que nos hace humanos no es reír, llorar o fingir, si no el hecho de plantearnos estas cuestiones.



El simio de la guitarra (plumilla) espera la inspiración, y las musas se apiadarán de él porque no se plantea metafísicas antropomórficas.

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